Es, desde hace 10 años, según Lurzer’s Archive, el mejor fotógrafo publicitario del mundo. El ser un obsesivo de la luz, cuidar el arte y la dirección de actores lo han llevado a ser multipremiado en Cannes y a nivel mundial.
Su definición de “un buen fotógrafo” ha cambiado de manera autobiográfica. Antes era un concepto asociado a la búsqueda y consecución de un estilo propio, pero hoy, con los años y dejando el ego de lado, piensa que se trata de prestarle atención a las ideas y darle a cada una lo que necesita. Haciéndolas crecer de esa manera. Por eso no le cuesta entrar y salir de la publicidad. Por el contrario, le encanta. Aprendió a no trabajar por el “éxito personal y asegurado”, sino por el éxito de la idea.
Hacer publicidad, para Ale Burset, es una fortuna. No lo ve reñido con ser un artista. Le gusta el trabajo en equipo implícito en la publicidad. Y en el proceso creativo que ella le brinda, puede volcar su pasión y su intuición. Mientras le cuentan una idea, de manera inmediata se le activa el pensamiento de cómo resolverla. “Es con las tripas”.
Para Ale, su fórmula del éxito radica en la honestidad. En poder hacer y decir lo que siente.
Para él, de manera obvia, es más difícil mantenerse en el éxito que llegar a él. El secreto es no olvidarse del camino, porque el éxito es el camino en sí mismo. Y sus 3 palabras claves son soñar, sentir y trabajar.
En su Selfinterview, nos habla de sus referentes y cómo fueron cambiando con sus propios cambios como fotógrafo.
Su tema hoy en la vida, profesionalmente hablando, es ser feliz, disfrutar todo lo que se pueda. Y aunque reconoce que hay momentos ingratos, dice que son más los felices. Trabaja para lograr que lo recuerden como buena persona y no como un gran fotógrafo.