Supongo que pocas veces como en esta cuarentena el mundo vivió tantos cambios a los cuales no sólo no pudimos adaptarnos sino que nos llevará años procesarlos y asimilarlos. La sociedad dio pasos tan grandes en semanas que las leyes no pudieron acompañarlos y cada país, cada región y cada ciudad tuvo que improvisar los pasos a seguir del día siguiente. Las autoridades dictaron las pautas como les fue saliendo y la gente acató como pudo, a veces adelantándose a la orden de la ley que por momentos funcionó como declaración escrita de lo que la gente ya había elegido con la velocidad, coordinación y el misterio de las aves migratorias que mágicamente vemos ir todas hacia un mismo lado.
Cada uno vivimos una cuarentena diferente: la del enojo, la de la crisis, la del rencuentro familiar, la del miedo, la de descubrir a nuestros hijos. La de disfrutar por parar la pelota y la de tener miedo de no tener trabajo. La del aburrimiento y la de jugar “mancha-escondi” con tanto tiempo como nunca antes le habíamos dedicado a esos hijos que por primera vez nos tuvieron todo el día para ellos.
En la era del zoom y del protocolo vimos en 2 meses las series que las majors habían acopiado para los próximos 3 ó 4 años, y nos convencimos de que podíamos hacer lo que no nos animábamos. Sin saber bien lo que significa dijimos la palabra paradigma mil veces y reinventarse quinientas, y pensamos que el fin del mundo nos esperaba acá a la vuelta. Mandamos sin chequear miles de wathsapp por semana, fuimos pantallita gran parte del día y por primera vez perdimos la cuenta del día de la semana en que vivíamos.
En medio de este enjambre de cosas y en esta licuadora de sensaciones que es la pandemia, pensar en el futuro se hace, al menos a mí, muy difícil.
Las productoras de publicidad somos bichos raros desde el origen. Trabajamos y servimos a la publicidad pero dependemos de las agencias quienes no sólo nos contratan sino que nos escriben los guiones que filmamos; estamos íntimamente asociados al cine con quien compartimos dos gremios pero también incursionamos en otras áreas como televisión, series, cortos, foto fija y animación, pero no somos ni cine ni tv. Nos pusimos el nombre de Productoras de Cine Publicitario pero ya tampoco filmamos en celuloide. Entonces todo esto nos convierte en híbridos que, a mi manera de ver y en este contexto pandemia, nos da la ventaja de haber vivido desde siempre una vida de auto reinvención casi permanente, sumado al hecho de ser argentinos lo cual nos pone casi en la cima de los seres humanos propensos a sobrevivir a una crisis.
A pesar de todo lo dicho, en esta cuarentena las productoras hemos hecho muchos cambios al igual que el común de los mortales.
Pasada la parálisis inicial y el “nos fundimos”, empezamos con los rodajes remotos, por streamming y autogenerados, herramienta por todos desconocida que en otro contexto hubiéramos descartado por imposible y con cara de póker en cualquier reunión con cliente. Rápidamente nos acostumbramos también a eso y, nosotros sumados a las agencias y a los anunciantes, buscamos un paso más: Un director que se filme en su casa o un director de fotografía que filme a su hijo, a su perro o a su esposa, para obtener así imágenes más cuidadas, viendo cómo clientes y creativos acompañaban cediendo cosas que nunca antes hubieran cedido en pos de poder seguir comunicando sus ideas. Hablamos con otros países y vimos cómo rápidamente todos íbamos por el mismo camino: las productoras nos reinventábamos una vez más, pero esta vez, de verdad. Filmamos por teléfono; sin equipos, luces, vestuario ni maquillaje; sin asistentes ni catering; editamos por teleconferencia y sin medialunas; activamos el ingenio como nunca y, como si esto fuera poco, tuvimos resultados excelentes.
Hasta acá llegamos mientras en paralelo peleamos por tener nuestro protocolo propio terminado para poder dentro de poco volver a filmar como Dios manda, esperando que los anunciantes se decidan a hacer las grandes campañas que todavía no se animan. Aunque en el fondo sepamos que todavía deberemos seguir reinventándonos muchas veces más, porque el mundo no va a ser el mismo, las marcas no van a decir lo mismo, y nosotros vamos atener que decirle al mundo una vez más que nuestro ADN es ser profesionales todo terreno, mutables, adaptables a todo y servidores de una comunicación audiovisual en constante cambio, porque la nueva normalidad es todo menos normal.