En este tríptico Vanina Rudaeff, Marina Saroka y Catalina Sánchez Ayerbe nos hablan sobre lo que es ser mujer y líder.
Esta entrega: Vanina Rudaeff
SER LÍDER. SER MUJER.
Soy de aquellas que disfruta ser mujer más allá del empeño de muchos en definir que he logrado un puesto de liderazgo pese a ello.
Ni pese, ni a pesar. Siendo mujer y siendo líder.
Para responderles cómo logré lo mucho o poco que se define como progreso en mi vida, les afirmo que sacando de lado esas indescriptibles contracciones de un primer parto natural con desgarro y fisura de clavícula de la criatura más grande del planeta , o bien parir a mi segundo desfachatado pequeño hijo que más de una vez me ha preguntado con mucho respeto porqué las mujeres no pueden ser Papas (sin acento en la á) pero sí pueden los Papas usar vestidos… excepto parir todo lo demás podría haber carecido de género.
Ahora bien, como mujer y en la búsqueda de ese balance idealizado de la vida es cierto que no sabés cómo carajo manejar esa montaña rusa de emociones en el que sentís que todo pasa junto y al mismo tiempo. Es Justito ahí, cuando en las encuestas escalaste del “menos al más 40”, cuando te descubrís en un pico de adrenalina del que da vértigo tan solo resbalarte. Sí, mujer! Estás protagonizando el momento más productivo en todos los sentidos. Perder a mi joven madre en medio de ese torbellino fue tocar fondo. Con dolor y arriesgando equivocarme, con cagazo y miedo al fracaso me bajé de la próxima reunión global, le puse garra a la cena de egresaditos del kínder y mientras presentaba la estrategia global de marcas como Axe o Impulse tomé perspectiva, paré la moto, bueno la tiré a la misma mierda para ser más franca! Fue esa inmesurable pérdida en mi vida que me contrabalanceó automáticamente otros aspectos que no estaba atendiendo: mi tiempo, mi foco, mi espacio. No había ni globalidad, ni Grand Prix, ni Dientes ni Ratones Perez que me conformaran. Preguntándome acerca de “Mi mi mi “ muy egoístamente me deslicé por ese tobogán hacia mi ombligo concluyendo, una vez más sin género de por medio, que era el momento de priorizarme y enfrentarme a caminar mi propia gestión. La busqué y la encontré en lo que paradójicamente al escribir estas líneas hoy está culminando: convertirme en la primer CEO Mujer de la agencia con mayor historia del país, J.Walter Thompson Argentina. Un lugar de este “egomundo” que jamás olvidaré primerísimo por el equipazo, y luego claro, en consecuencia por los logros y todos los desafíos que sólo dejaron aprendizajes listos para capitalizar en lo que siga.
Influyó ser mujer? Ojalá que sí! para influenciar aunque más no sea un poco a todas aquellas que aún se preguntan si vale la pena cambiar casi el total del sueldo por lo que cuesta dejar a los chicos en casa; porque significaría para muchas decidirse a invertir en sí mismas o bien para hacer reflexionar a aquellos que aún definen al género como una condición determinante por encima del talento. Ojalá inspire a un honesto cambio de paradigma, y también, muy importante, para jerarquizarnos y derribar el famoso gap salarial en esta y otras industrias. Pero por sobretodo, para que dejemos el caretaje de lado por sólo cumplir y valoremos más profundamente el aporte de las personas sin necesitar de mayores calificativos que el propio SER.
Es tan difícil como espectacular ser líder y cierto es que aún se hace más difícil en ocasiones siendo mujer. Pero soy optimista, hoy transitamos nuevos y más maduros tiempos en los que las variables blandas se hablan más en confianza con las duras y en consecuencia en los que el talento se impone ante el género ya no para cubrir un triste cupo, sino para generar mejores ideas que nos hacen simplemente mejores profesionales.
Mientras escribo me encuentro definiendo el próximo paso en mi carrera, por eso les comparto mi más sincero deseo a todas las mujeres en la búsqueda de su pasión, y que también espero para mí misma en esta nueva etapa: que el hecho de ser mujer no se interponga en el próximo paso de mi vida, pero que tampoco determine lograrlo tan solo por serlo. Que tengan un lindo 2020.
Esta entrega: Marina Saroka
MI DESEO ES QUE HAYA MUCHAS CEO´S
Mi primer rol de responsabilidad fue en un McDonald´s. Sólo tenía 17 años y aún estaba en el colegio secundario. Empecé como cajera y un día, con todos los pins de colores en la camisa de rayas rojas y blancas, me ascendieron a responsable de Automac.
Aunque en pequeña escala, por primera vez sentí la responsabilidad de tener gente a cargo. Y lo que parece tan fácil decir pero en la práctica suele complicarse un poco: generar motivación y crecimiento.
Esa primera experiencia duró poco. Empezaba la facultad, y ya tenía unas ganas enormes de entrar en serio en esta industria.
Recuerdo todo el camino como un constante volver a empezar.
Arranqué como trainee en Young & Rubicam. Luego gané una beca para estudiar marketing en Madrid.
A empezar nuevamente en otro país. No conocía a nadie allá. Recorrí todas las agencias de Madrid, hasta que en Saatchi & Saatchi, una italiana con verdadero espíritu vanguardista, CEO de la agencia, me dió mi primera gran oportunidad. ¡Bellísimo!
Confió en mí. Confió sobre todo en mi pasión por descubrir un mundo completamente nuevo. Años después me despedía del viejo continente con un rol gerencial. Dejé atrás las tapas con caña y unos años de profundo aprendizaje para regresar a Buenos Aires.
Nuevamente a volver a empezar. Pero llegó Coca-Cola ¡Nada menos que trabajar en Coca-Cola! Era un sueño hecho realidad.
De a poco, con mucha dedicación y esfuerzo, ocupé puestos de mucha responsabilidad. Fueron ocho años hermosos. O en años marketing: dos mundiales como sponsor oficial, cuatro copas América, 2 nuevas Coca-Colas y más de 10 productos lanzados, además de por los menos 1.000 campañas registradas y algún que otro leoncito en Cannes.
Y de 8 años como cliente, un día volví al mundo de las agencias. Pero esta vez era convocada para liderar McCann Buenos Aires. Otro sueño hecho realidad. Ese día no sólo asumí un rol decisivo en una gran agencia. También asumí un fuerte compromiso con la inclusión, la diversidad y con impulsar el talento femenino hacia posiciones de liderazgo, sobre todo en el área de creatividad.
Creo que tenemos un poder único como industria. Podemos poner en agenda temas latentes. Pero tenemos que tener bien claro que ser inclusivos no puede ser una moda.
Es una oportunidad que quizás nos permita algo más importante que mejorar la profesión.
Nada menos que mejorar como sociedad.
Esta entrega: Catalina Sánchez Ayerbe
DEL ME2 AL I DO
Nunca, en ningún punto de mi carrera, soñé ni esperé ser CEO y descubrí que esto nos pasa a la mayoría de las mujeres. Pocas enfrentamos el reto por decisión y, al final, como me pasó a mí, sólo hasta que llega alguien que ve eso que tú no fuiste capaz de ver, lo vemos como algo posible.
Como mujeres nos enfrentamos a mil mitos y barreras o paredes de cristal que nosotras o las mismas compañías nos ponen. Al regresar de mi licencia de maternidad habiendo cumplido 40 años, ese lugar en el que me había sentido completamente feliz por tanto tiempo, de alguna manera había cambiado. Eso que antes hacía sin problema, debía hacerlo en menos tiempo y con el doble de esfuerzo. De un momento a otro empecé a sentirme que servía para recibir cada vez más trabajo pero que mi posición de liderazgo en la compañía se estaba desvaneciendo.
Fue entonces cuando llegó la llamada de recursos humanos global de Y&R, y decidí comenzar el proceso sin saber para qué era. Hoy en día pienso que si en ese momento lo hubiera sabido, seguramente no hubiera ido a la entrevista. Había llegado el momento de salir de mi zona de confort. Comenzó un proceso de 4 meses de entrevistas hasta que finalmente me piden que me conecte en videoconferencia con el global de recursos humanos. Me conecto y esta persona me dice lo siguiente: HEMOS DECIDIDO QUE TÚ ERES LA PERSONA QUE NOSOTROS QUEREMOS EN LA COMPAÑÍA. En ese momento se me paró el corazón y pregunté: mil gracias, pero por favor cuéntame para qué cargo es. Él me mira confundido y responde: “para ser el CEO del Grupo Y&R en Colombia”. En ese momento literalmente casi me caigo de la silla y lo único que salió de mi boca en medio del pánico fue: MIL GRACIAS, ME SIENTO MUY HONRADA, PERO SOY MAMA DE UN NIÑO DE 3 AÑOS Y NO LE PIENSO QUITAR MÁS TIEMPO DEL QUE LE HE QUITADO. A lo que él respondió: nosotros no queremos que dejes de ser mamá, todos tenemos familia acá y te queremos en la compañía, por favor toma un avión, ven a Nueva York y entrevístate con el CEO y el creativo Global.
Salí del lugar caminando lentamente con el corazón en la mano. Le marqué a mi esposo y hubo un silencio incomodo en el teléfono. Acababa de ser elegida, entre muchos maravillosos profesionales, para regresarle a Y&R el lugar que había perdido, y yo todavía me preguntaba por qué yo o si simplemente era una cuota más de equidad de género de una compañía.
Aunque no lo crean esta decisión no fue fácil, y aquí quiero contarles una anécdota un poco esotérica. El fin de semana después de esta propuesta salí a caminar por el parque donde caminaba con mi mamá quien había muerto de cáncer relativamente poco tiempo atrás. En ese recorrido lo primero que me encuentro es a dos mujeres, una diciéndole a la otra “es que imagínate, es pasar de trabajar con Coca-Cola a trabajar con Pepsi” y seguí caminando y al llegar cerca a la iglesia donde solía ir con mi mamá, me encuentro una tarjeta con la palabra YOUNG. Definitivamente necesitaba un empujoncito, y ustedes se preguntarán por qué. Porque nadie, ni mis más cercanos amigos, daban un peso por mí. Era mi primer cargo como CEO, era mujer, y me estaban entregando la compañía con más retos de toda la industria. Entre más oía que no lo hiciera, que iba a ser imposible, o los rumores de que me iba a quedar grande o que me faltaba mucho pelo para moña, como dicen las mamás, más fuerte me sentía y más quería demostrar de lo que era capaz. Y eso me lleva a compartir con ustedes algo que leí en un estudio de Korn Ferry: a las mujeres más que la plata y el cargo nos motiva el reto, el poder demostrar que sí podemos.
Y es que no hay una frase que más me produzca antipatía que “A LAS MUJERES HAY QUE EMPODERARLAS”. No entiendo por qué razón sienten que el poder de hacer algo en una mujer depende de que alguien nos lo de. Una marca de belleza, la belleza, un hombre. No soy feminista pero sí creo en el poder femenino, que es diferente. Cuándo hemos oído que para que un hombre sea CEO hay que empoderarlo. Las mujeres no necesitamos que nos den el poder, pero sí necesitamos que la sociedad y las compañías nos den las condiciones necesarias para acceder a cargos gerenciales sin tener que dejar de lado nuestro rol de mamás y esposas. Miren en cuantas oficinas hoy hay un salón de lactancia, plan de horarios para mamás gestantes, o guarderías.
Entonces hace tres años comienza esta gran aventura. Después de haber trabajado durante 22 años con la misma gente, en la misma compañía, hoy lidero una compañía completamente nueva, llena de oportunidades. Podía fallar, como la mayoría había apostado, o consolidar mi carrera. El proceso no ha sido fácil, y me ha dejado grandes enseñanzas, pero por encima de todo una: la bondad y la vulnerabilidad nunca deben ser tomadas como debilidad.