Lo que hagamos ahora, va a ser recordado cuando todo esto pase. Para bien o para mal.

No hablar de la crisis que está causando el COVID19, es como no hablar de marcianos en plena invasión alienígena. Imposible no hacerlo. Y claro, las crisis sacan lo mejor de nosotros mismos. Pero también pueden sacar lo peor.

Y se lo sacan a nuestros líderes mundiales, a nuestro vecino, al de UX, a los anunciantes y hasta a nuestros propios hijos. En momentos como éste, que nunca habíamos vivido y para los que nadie estaba preparado, es que vemos en realidad de qué estamos hechos. Sale todo lo bueno, nuestros valores, nuestra solidaridad.

Pero sale la mierda también.

Salen las agencias que no les informan a sus empleados lo que está sucediendo, que por duro que sea, es lo que la gente y sus familias están esperando. El coronavirus mata, pero la incertidumbre también.

Salen anunciantes reventando a los equipos de su agencia, sin pensar por un solo instante que todos estamos en las mismas y que muchas de esas personas además de trasnochar trabajando, tienen que lavar la ropa, planchar, jugar con sus hijos o tienen que atender el zoom sin video para que no los vean en bata friendo los huevos.

Salen los festivales que no cancelan su evento sino que lo mueven unos meses y después, cuando la realidad les explota en la cara, deciden cancelarlo cuando todos sabemos que lo hicieron porque los grandes holdings los cortaron, no porque ellos estuvieran pensando en nuestra salud. Se les ven las costuras.

Pero también sale lo mejor de nosotros Salen bancos que congelan las deudas de millones de personas, empresas que le siguen pagando a sus empleados a pesar de tener toda la producción parada, donaciones en forma de cheque, de respiradores, de mercados, de carreras de taxi para el personal médico, de neveras para los medicamentos en los hospitales, en fin. Sale lo que nos define como seres humanos.

Hoy más que nunca, estamos pendientes de lo que todos hacen. Pero también, todos están pendientes de lo que cada uno de nosotros hagamos. Nuestras familias están pendientes de lo que hagamos por ellas. Nuestros clientes, de lo que hagamos por sus marcas. Y la gente, de lo que las marcas hagan por ellos.

Hoy, vemos a menudo comentarios y cadenas en redes sociales de personas celebrando los que hacen algunas marcas para ayudar a las personas, pero también vemos cómo las hacen pedazos si se les ve oportunistas. La gente no es idiota. Si quieren ayudar de verdad, es el momento de hacer cosas que de verdad le sirva a la gente. Causas sin plata es lo que hay.

Sabemos que ahora todo se trata de hablar menos de si mismos y hacer más por las otras personas. Seguramente muchos de nosotros hemos escuchado cosas como ¨cuál va a ser la postura de nuestra marca ante el COVID19?¨ Y ahí es donde a veces la cosa no empieza bien porque la gente no está esperando escuchar el punto de vista de todas las marcas que hay en el planeta.

En este momento, las marcas están para ayudar y si no van a hacer nada por nadie, al menos quédense callados. No traten de sacar tajada que en esta crisis no va a ganar a nadie porque por bien que le vaya a ciertos sectores, muchos de ellos tienen deudas en dólares y por ahí se está entrando el agua también. Se viene una recesión que esta generación y probablemente ninguna anterior, hemos visto. Y en una crisis como ésta, todos vamos a perder. Todos.

Estamos en tiempos de guerra. Y en guerra, la gente perdona pero no olvida. Lo que hagamos ahora, va a ser recordado cuando todo esto pase. Para bien o para mal. Tus hijos no van a olvidar que no les dedicaste más tiempo sabiendo que están a una sala de distancia. Tu esposa va a recordar toda su vida si fuiste o no tolerante, tus jefes van a saber de qué estás hecho y la gente que tienes a cargo jamás va a olvidar si fuiste justo. Si fuiste un gran líder, un buen director o un pobre hijo de puta. Lo que hagas ahora, con toda la presión encima, te va a definir en los años que vienen.

Y es que precisamente lo que hay que hacer, es hacer. Con nuestros clientes, con nuestro trabajo, con nuestras ideas. Porque son nuestras ideas, la más poderosa herramienta que nuestra industria tiene para ayudar. Destinar más tiempo a eso y menos, a debates sobre si vamos o no a premios cuando hay familias que no saben qué hacer porque despidieron al papá y a la hermana mayor o cuando hay gente muriendo a dos cuadras de tu casa. Debates que terminan dos días más tarde, enterrados 400 post bajo tierra.

Los que impulsan el mundo, la industria y tu propio hogar, son los que muestran la casta en las buenas, pero sobre todo en las coronavirus. Es el momento de demostrar de qué estanos hechos. A nuestros clientes, a nuestra industria, a nuestras familias.

Pero sobre todo, a nosotros mismos.

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